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Vuelve House Of Cards

La favorita de Netflix está de vuelta en la "televisión" con su tercera temporada.

Publicado: 2015-02-27

Pretendía abrir este espacio para compartir mi pasión por el cine, pero el debate caliente sobre la televisión basura coincidió perfectamente con la llegada de los nuevos episodios de una serie que valoro bastante, así que las reseñas del séptimo arte tendrán que esperar.  Sobre el debate, solo atinaré a decir que, si bien estoy de acuerdo con la intención de producir mejores contenidos en televisión nacional, no apruebo la marcha como método de "batalla"; me parece poco efectiva.  En fin, la solución aún está lejos, y por lo pronto vale disfrutar de otras industrias más logradas en los ratos libres.  La televisión gringa, por ejemplo, está en su época dorada, y uno de sus productos más exitosos regresa ahora con su tercera temporada.  Hablo de House Of Cards, una serie que ha sabido explotar su canal de transmisión para masificarse sin perder de vista la calidad.  No todo lo pop es malo, y este es uno de mil ejemplos.


La serie, creada por Beau Willimon, tiene todos los ingredientes para el éxito, y esto fue corroborado por la data de Netflix sobre los hábitos de streaming y las preferencias de sus usuarios.  Por ello, la compañía aceptó producir el show sin chistar, a pesar de no encontrar un episodio piloto en la propuesta (se planeó filmar toda la temporada de frente).  Desde luego, un drama político con David Fincher a cargo de la producción, Kevin Spacey al frente del reparto, entre otros factores clave, no podía fracasar en acogida.  Pero, fuera de las estadísticas, ¿qué es lo que realmente funciona en House Of Cards?

Bueno, para empezar, tenemos en Frank Underwood (Kevin Spacey) un protagonista casi Shakespereano.  Desde el primer episodio (dirigido por el mismísimo Fincher), nos queda claro que el congresista está dispuesto a todo para conseguir más poder.  Por supuesto, hasta ahí no parece nada nuevo, pero conforme avanzan los capítulos nos damos cuenta de que, a diferencia de nuestros ejemplos cotidianos, Frank es un genio; y para mal de sus enemigos, su esposa también.  Claire Underwood, interpretada por una magnífica Robin Wright en el papel de su carrera, es igual de manipuladora que su marido, y probablemente igual de perversa.

La técnica de los creadores con respecto a sus dos personajes principales es fundamental en el desarrollo de la narrativa.  Para no perder al espectador, confundido entre tantas manipulaciones y apuñaladas de espalda, se le permite a Kevin Spacey romper la "cuarta pared".  Es decir, dirigirse al público, "atravesando" nuestra pantalla.  Eso ayuda a aclararnos cuándo Frank habla en serio y cuándo está haciendo de las suyas.  Después de todo, la trama de House Of Cards depende de los mil y un engaños y conspiraciones entre sus personajes, a diferencia de otros dramas de acción más física como Breaking Bad o Game Of Thrones.  Es necesario ese suspenso para mantenernos 
interesados en la vida de estos políticos desalmados, pero es necesario también un límite para no desorientar al televidente.  Es simple entonces: no sabemos quién engaña a quién y quién es aliado de quién, pero cuando Frank (y a veces Claire) nos mira a los ojos, sabemos que nos dice la verdad.

La primera temporada de la serie es muy buena.  Las alianzas de Frank con la periodista Zoe Barnes y Claire con el fotógrafo Adam Galloway nos despistan por un momento, pero rápidamente recordamos que solo podemos fiarnos de Frank cuando rompe la "cuarta pared" y nos confiesa la verdad.  La segunda empieza con más fuerza aun, pero pierde cierta gracia después de la mitad, donde el personaje de Garrett Walker, presidente de los Estados Unidos, gana importancia en la trama.  Independientemente de sus buenas intenciones, no se conocía un presidente de Estados Unidos tan inocente desde Ford; y en una época donde los políticos se hablan por Twitter en sus iPhones, resulta muy poco creíble que un tipo como Walker haya podido si quiera acercarse a la Casa Blanca.  En fin, la presa es muy fácil para Frank Underwood, pero si Netflix ha hecho una temporada entera más, algún reto digno de Frank tendrá que haber.  Definitivament Kevin Spacey, en su mejor momento desde los noventas (Se7en, American Beauty), se ha ganado, junto al resto del reparto, nuestra confianza en esta tercera temporada.  Acabo de ver el primer capítulo, pero mi comentario termina aquí.






Escrito por

Nicolas Montoya

Estudiante de Economía y Comunicación. Melómano por naturaleza, cinéfilo por decisión. El fútbol también es mi pasión.


Publicado en

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"¿Qué se puede hacer salvo ver películas?", definición sui géneris del placer y necesidad que representa el cine para mí. Veo y comparto.